Tuesday, October 5, 2010

No me creas Nada



No quiero arrancar este texto citando a Majul. Posta que no quiero. Me hace sentir raro. Pero por una vez, el muchacho que le pregunta a M*nem si toma Viagra tiene toda la razón del mundo: cuando dice que no debemos creer nada de lo que dicen los medios, no puede estar más en lo cierto. Y se queda corto: ni los medios, ni Facebook, ni Twitter, ni los blogs ni lo que sea que ande circulando por Internet. Ni esta pagina, que es un medio más, obviamente. Ni yo, aclaro, por si pensaban que estaba en pleno ataque mesiánico. Hay que seguir las enseñanzas de Pappo y desconfiar de la vida.
Y todo esto que parece una perorata extraída del Manual Kapelusz de la Obviedad no lo es tanto, porque si no desconfiamos, nos comemos que Justin Bieber dijo que era el Kurt Cobain de su generación y nos indignamos al punto de quedar mandarle por correo una carabina recortada para que complete la misión. O encargamos coronas para Cerati que al final no usamos (y ojalá no usemos en un buen tiempo). O dejamos de comer para comprar las entradas de McCartney y. ¿vendrá? (yo, justamente porque soy desconfiado, dudo de que se anuncie un recital tan grande con tan poca anticipación, pero quizás me equivoque).
Paradojas de la información: por un lado, el público general abraza más que nunca en la historia la idea de que ciertos medios falsean, noción fogoneada por el discurso oficial y respaldada por, bueno, la realidad misma; por otro, la democratización de la comunicación generó una ola de credulidad inédita que convierte todo progreso en un penoso retroceso. Es decir: eso que está diciendo TN debe ser mentira porque son parte del monopolio, que putos. Pero al mismo tiempo, la web del diario Nación de Costa Rica (?) dice que Cerati murió, y está ahí, en Internet, publicado, lo estoy leyendo. Y lo acaba de twittear un famoso medio pelo... un Fierita, ponele. ¿Cómo no va a ser verdad? ¡Apurémonos a retwitearlo!
Y lo más loco es que "Google is your friend", como dicen por ahí. Así como en estos momentos toparse con este tipo de informaciones es más fácil que nunca, también lo es chequearlas. Me parecía extraño que Bieber se comparara con Cobain: era meter la cabeza en la boca del león, cosa que su nutrido grupo de asesores de imagen jamás le hubieran permitido. Un pibito cuyo encanto radica en su inofensividad, parangonándose con un tipo que se metía heroína como si fuera la insulina de un diabético y terminó volándose los sesos con un fierro. ¿Qué onda?
Dos minutos de googleo furioso y voilá: la cosa salió de Bieber Report, un blog que mecha información real sobre Justin con parodias al estilo Barcelona. O sea: la peor fuente del mundo, ideal para ejercer la doctrina de la desconfianza. Basura. A otra cosa. ¿Tan difícil era?
El tema es que no sólo quedamos en orsai por comprar pescado podrido como si fuera el salmón más caro del mundo: también somos cómplices de construcciones mediáticas, de castillos informativos en el aire. Por leer y asimilar directamente sin aplicar el juicio crítico hacemos circular la pavada de Bieber, y nadie sale demasiado herido. También por esto celebramos la "hístorica" performance de la selección de Maradona (inferior a la de Pekerman, a la cual ignoramos olímpicamente) y buah, no es la muerte de nadie. Por esto mismo nos ponemos ridículamente solemnes ante el fallecimiento de cualquier celebridad, ya que se instala esa sensación generalizada de que "nos tiene que doler" aunque no conozcamos a la persona en cuestión ni hayamos pensado en ella en los últimos veinte años... y hasta ahí todo feo, pero normal. La cosa se complica cuando usamos este mismo precepto en una escala más grande y aceptamos (léase: repetimos como loritos) construcciones como las que quiere instalar el oficialismo ("estás 100% con nosotros o estás con Clarín y la Sociedad Rural, no hay nada en el medio") o la oposición ("Lucas Carrasco amenazó a Leuco con una metralleta, los K son autoritarios, esto es escandaloso, se tienen que ir"). Y como esos, miles de ejemplos. Quizás les parezca una gilada ir de Justin Bieber a la política nacional, pero el problema es, con sus debidos matices, el mismo: comprar información predigerida que alguien echó a rodar y servir de propaladora incondicional, sin usar jamás el juicio y el sentido común.
Claro que es mucho más cómodo aceptar sin chistar, fanatizarse y mimetizarse dentro de un grupo maniqueo que preguntarse qué pasa con todo lo que nos rodea y terminar sin poder pegarnos ninguna etiqueta. Es fácil sentarnos y esperar a que el periodismo nos diga cómo está la vida; es mucho más complicado, aunque indudablemente más productivo, usar a la prensa y a las redes sociales como disparadores para nuestras propias investigaciones, que -además- son cada vez más sencillas de realizar. Se terminaron los tiempos de los diarios - biblia: ahora lo que incorporamos es información a valorar, juzgar, cotejar, sopesar cuidadosamente de la forma en que sea necesaria para sacar conclusiones propias y evitar ser eslabones en una cadena de opiniones que en realidad no compartimos, de errores inocentes o de mentiras deliberadas. Insisto: parece obvio, pero...
Como decía antes: con criterio y fundamento, claro, pero no podemos dejar de desconfiar, chequear y elaborar razonamientos propios. Hay que cuestionar todo. Absolutamente todo.
Y la única respuesta válida es: ¿por qué?

No comments:

Post a Comment